historia-del-arte-moderno-el-arte-del-siglo-xviii - Historia | Studenta (2024)

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Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII José Enrique García Melero Grado en Historia del Arte. UNED Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 2 1. El Rococó1 1. El Rococó en Francia 2. El Rococó en Alemania 3. Producción y comercio: manufacturas y artes suntuarias. El mobiliario. 1. El Rococó en Francia Durante la primera mitad del siglo XVIII es Francia quien dirigirá la cultura europea, si bien paralelamente la influencia secular de Italia será también imprescindible: París en lo civil y Roma en lo religioso serán los dos focos culturales de referencia. 1. El dinamismo vitalista y la ostentación de los privilegiados. A partir de 1715 la sociedad europea se cansó de la inestabilidad barroca propia del siglo anterior y quiso abrazar un largo periodo de paz en el que se viviera agradablemente y sin la opresión moral contrarreformista apoyada por Roma y España. Por eso ya durante la regencia de Felipe de Orleans se respira ya en Francia un ambiente optimista, despreocupado y algo frívolo, que redundó en la práctica de un arte más libre e independiente del pomposo gusto versallesco. Este gozo por vivir continúa ya durante el reinado de Luis XV gracias a la bonanza económica y a la acción de mecenas como madame de Pompadour (que fue retratada por artistas como Boucher). Es esta época la que da lugar al estilo Rococó, que se extenderá hasta más tarde incluso conviviendo con el neoclasicismo. Aparece ya bien definido a partir de 1715 por su uso e incluso abuso de la libertad decorativa, un arte sensual en plena consonancia con su tiempo. 2. Confusión y debate historiográfico entre el Barroco tardío y el Rococó. Hay diversidad de opiniones sobre el Rococó: hay quien piensa que es la exuberante fase final del barroco clasicista francés, otros creen que es independiente del anterior y que se limita a lo decorativo, y hay quien lo ve como una deriva manierista del propio barroco. 3. Arte laico y refinado en Francia. En cualquier caso su papel en la arquitectura es importante, con exteriores todavía simples pero con una gran exuberancia en los interiores. Se huyen de las líneas rectas abusándose de las curvas, proliferan murales, cornisas, molduras, espejos, candelabros, ricas telas y mobiliarios… dominando el color blanco, el dorado y los pastel. De la naturaleza se tomaron muchos motivos como las rocailles que le dan nombre, llegando incluso a adoptar elementos de culturas exóticas como la china. La arquitectura rococó es pues laica y refinada, asociada a aristócratas y emergentes burgueses, mientras que la Iglesia siguió prefiriendo el barroco clasicista (si bien en Alemania el Rococó sí transciende a lo eclesiástico). 1 Leer introducción en manual. Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 3 4. Hôtels, maisons de plaisance y folies. Lo dicho se aplica pues a la tipología palaciega, menos monumental al exterior pero suntuosa. Los edificios no son altos y distribuyen minuciosamente sus habitaciones, que se especializan según su función, giran en torno al salón e incorporan todos los adelantos para hacerse lo más confortables posibles. 5. La teoría y la práctica en la construcción de palacios y en el diseño de sus interiores. Si bien muchos palacios no han sobrevivido, gracias a muchos libros antiguos conocemos su estado, publicaciones que extendieron igualmente el estilo hacia el resto de Europa. Si bien hay tres arquitectos diseñadores que hacen de transición entre el estilo Luis XIV y los de la Regencia y Luis XV, es Oppenord quien lo acaba de imponer gracias a su obra, seguido de De Cotte y Boffrand. 6. Los iniciadores y los practicantes de la decoración Rococó. La transición la hacen hombres como Bérain, creador de la decoración del estilo Regencia y cuyos dibujos tuvieron una gran difusión. Lepautre fue adornista de Luis XIV y crea ya la decoración propia del Rococó de la mano de una mayor libertad creativa, caso de la Chambre de l’Oeil de Boeuf de Versalles. Bullet es el tercer arquitecto que contribuyó a la aparición del Rococó, con textos como L’Architecture practique y obras como la Puerta de Saint-Martin o el Hôtel de Magny. 7. Oppenord y el Palais Royal del duque de Orléans. Fue sin embargo Oppenord el mayor contribuidor a la formación del Rococó, pues incluso se le atribuye el uso de la rocalla (basado en el grutesco italiano). Hijo de un ebanista, aprendió la arquitectura de la obra de Hardouin Mansart, vivió en Roma y finalmente trabajó para el duque de Orléans y para la monarquía. Su obra más relevante es la redecoración del Palais Royal del duque de Orléans. 8. El adornista Meissonnier. Por su parte Meissonnier, quien trabajó para Luis XV, es un decorador atrevido y ostentoso que llenó los interiores de los edificios de motivos florales y rocalla hasta no dejar apenas espacios vacíos. 9. Los arquitectos oficiales de la Regencia: De Cotte y Boffrand. El legado de Mansart y de Hardouin Mansart sigue vivo durante la primera mitad del siglo (lo que facilitaría la aparición del neoclasicismo). Durante ese tiempo De Cotte y Boffrand son los proyectistas más prestigiosos, trabajando para el rey y para particulares, contribuyendo así a extender la decoración rococó en unos edificios de estructura barroca clasicista. De Cotte, cuñado de Hardouin Mansart, en 1708 se convirtió en el primer arquitecto del rey y es el responsable de la Capilla Real de Versalles o de hoteles como el de Bourbon. Por su parte Boffrand es considerado como el codificador del Rococó y a la vez responsable del acercamiento al nuevo clasicismo. Como todos estos arquitectos ejerció además otras responsabilidades (como ingeniero) y produjo obra teórica, de él destacan los dos salones ovales del parisino Hôtel de Soubise. 10. Blondel y la distribución de las Maisons de Plaisance. Blondel es por su parte el gran teórico de la arquitectura francesa de la 1ª mitad del siglo XVIII y evolucionó desde un rococó hasta un racionalismo clasicista, encargándose de redactar algunas entradas de la Enciclopedia. Profesor, realiza diversas obras y publica textos como De la distribution des maisons de plaisance…, Architecture française o Cours d’architecture civile. 2. El Rococó en Alemania En Europa central es difícil diferenciar rotundamente el barroco tardío y exuberante y el rococó. Por ello quizá podemos considerar a este último como una expresión más del barroco en la que las estructuras permanecen pero las formas acaban desbordándose: es el triunfo de las curvas, el ornato, el colorido y las artes decorativas a causa de la influencia francesa. Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 4 No obstante el rococó alemán fue menos refinado y acabó siendo más popular que el francés, incidiendo ante todo en dos tipologías: palacios e iglesias, así como en los teatros. Las iglesias rococós alemanas son de planta central (ovales o elípticas), dinámicas, con juegos de luz y con un encuentro entre el estuco y la pintura que les otorga una gran riqueza. 1. François de Cuvilliés en Baviera. Maximiliano II atrajo a este belga para que acabara algunos de sus palacios, caso del pequeño Pabellón de caza de Amalienburg, y proyectara el teatro de la Residenz de Múnich: lujoso en lo decorativo, con cuatro órdenes y en forma de herradura (modelo que triunfará en toda Europa). 2. Neumann en Baviera. Neumann es tanto un maestro del barroco final exuberante como del rococó, pues sus edificios tienen severos exteriores que encierran lujosos interiores, y destila (como todos sus contemporáneos) las influencias italianas y francesas. Hombre polifacético y asesorado por los arquitectos franceses, su principal obra es la Residencia de Würzburg, que de hechoes el principal modelo de palacio germánico. Rodeado de jardines y con un exterior severo y un tanto macizo, alberga una espectacular escalera con fresco de Tiépolo que luego repetirá en otros lugares. Espectacular es igualmente la Iglesia de peregrinación de Vierzehnheiligen, arquetipo de los templos alemanes del s. XVIII: sobria al exterior, tiene una planta de cruz latina formada a través de formas curvas y combina la perspectiva para aunar la visión del altar mayor y el baldaquino. 3. Fischer. Con una obra ingente, se interesó especialmente por los interiores y se suele considerar su participación en la Iglesia abacial de Ottobeuren como su actuación más valiosa, de planta basilical y de concepción casi teatral. 4. Zimmermann en Suabia y Baviera. Gran representante del rococó del sur de Alemania, fue a la vez decorador y arquitecto, creando templos luminosos con plantas centrales, combinaciones de formas curvas y lujo de detalles como el Santuario de Wies o la Iglesia abacial de Steinhausen. Esta última tiene un cuerpo ovalado rematado por un presbiterio también oval (pero transversal) y tiene tantas columnas que parece contar con un deambulatorio anular. 5. Pöppelmann en Sajonia. Entre finales del s. XVII y comienzos del XVIII Sajonia vive un esplendor cultural. Tras el incendio de Dresde se reconstruiría el centro histórico, labor continuada por Pöppelmann, cuya principal obra es el palacio Zwinger: un conjunto de arcos que unen varios pabellones muy ornamentados para formar una plaza rectangular que albergó espectáculos y que no se acabaría hasta el s. XIX. 6. Knobelsdorff y Federico II de Prusia. Su obra está en relación con las aspiraciones estéticas de este monarca ilustrado, quien no sólo quiso construirse palacios sino que intervino sobre Berlín y de quien fue amigo personal. Así Knobelsdorff, quien pasó desde el barroco al rococó y después a un confuso clasicismo, destaca por obras civiles como la ampliación del palacio de Rheinsberg o de Charlottenburg, además de especialmente por la construcción del palacio de Stadtschloss, de Sans-Souci y el Teatro de la ópera de Berlín. Federico II le envío por Europa para que mejorara su formación e incluso debió influir en Knobelsdorff tanto en Stadtschloss como en Sans-Souci, ambos en una colina y rodeados de jardines. Por su parte el Teatro, monumental y que no se ha conservado, fue su obra más clásica. 3. Producción y comercio: manufacturas y artes suntuarias. El mobiliario. En ninguna tendencia artística anterior hubo una confluencia tal de las artes como durante la primera mitad del siglo XVIII, hasta el punto de que el rococó es indisociable de la escultura Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 5 y la pintura, pero también de las llamadas artes menores: mobiliario, tapicería, orfebrería, porcelana…, lo que contribuyó al desarrollo de manufacturas e industrias que satisficieran tal demanda de objetos suntuarios. Paralelamente a la creación por toda Europa de esta infraestructura fabril y del auge del comercio derivado, el dibujo cobró importancia para posibilitar la formación de los artesanos, quienes aprendían a veces directamente de boca de los artistas más prestigiosos. 1. La porcelana: de Meissen a Sèvres, Capodimonte y el Buen Retiro. La porcelana se conoce desde que Marco Polo la describiera tras su viaje a China, pero aunque fue muy codiciada su secreto de fabricación no se conoció y debió ser importada hasta que a comienzos del siglo XVIII Böttger logró fabricarla. En la manufactura alemana de Meissen la técnica y las decoraciones se fueron perfeccionando a la par que se abrían nuevos centros en Centroeuropa y Francia, caso del de Sèvres (1756), abierto por deseo de madame de Pompadour. El éxito de esta última se debió a la confluencia de varios factores, especialmente gracias a la belleza de sus piezas y su adaptación a los gustos rococós. En ella trabajaron grandes artistas como Boucher, aunque el gran creador de porcelanas sería Duplessis el viejo. Igualmente hay que mencionar la porcelana de Capodimonte, promovida por el futuro Carlos III durante su reinado en Nápoles por influencia de su esposa, hija del elector de Sajonia promotor de la primera. Cuando Carlos III pasó a ser rey de España trajo consigo a muchos artesanos napolitanos para fundar la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro (1760), de la que saldrán las piezas por ejemplo del Salón chinesco de Aranjuez (derecha) o la Sala de porcelana de la Casita del Príncipe escurialense. 2. El mobiliario Rococó. Durante el primer tercio del siglo el mueble, vinculado con la comodidad y el ornato, se especializó al igual que lo hicieron las estancias, adoptando muchas formas y usando variados materiales. Ello supuso la necesidad de especialización, trabajando en su realización diversos artistas y artesanos que realizaban modelos únicos o en serie, surgiendo incluso familias como los Boulle: André Charles Boulle configurará tanto el estático estilo Luis XIV como el complejo estilo Luis XV, en el que proliferan las líneas sinuosas, las maderas finas, las lujosas decoraciones y en general los muebles son más pequeños y por tanto más cómodos. 3. Las manufacturas de tapices: de los Gobelinos y Beauvais. La tapicería del siglo XVIII no sólo destaca por sí misma, sino también porque los más significativos pintores realizaron cartones para ella y porque recibió gran atención por parte de los monarcas. Colbert, durante el reinado de Luis XIV había acabado de conformar las manufacturas de Beauvais (en manos privadas) y de los Gobelinos, con idea de abastecer las necesidades reales y como exponente del prestigio francés. Pintores como Le Brun dirigieron estas manufacturas, pues tejedores y tintoreros hubieron de plegarse siempre a las directivas de los pintores y arquitectos que las controlaron. Mientras tanto las técnicas de tejido mejoraron a la par que se amplió la gama de tinturas, lo que sin embargo repercutió negativamente sobre su conservación y calidad. Entre las series iconográficas de cartones, podemos destacar una dedicada a Don Quijote, así como las de tipo histórico y por supuesto mitológico adaptadas al gusto del momento, como las proporcionadas por Boucher (Amores de los Dioses, Pastorales, etc.) 4. La Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Por su parte en España aparece esta Real Fábrica en 1721, que estaría dirigida por la familia de los Van der Gotten, traídos ex profeso desde Amberes para dirigirla. Muchos artistas realizaron cartones para sus producciones, caso de Goya (más de sesenta con temas populares) o Procaccini. Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 6 2. La arquitectura y el urbanismo durante la primera mitad del siglo XVIII 1. La arquitectura italiana entre la tradición barroca y los clasicismos 2. La crítica del barroco y la búsqueda de una arquitectura racionalista en la teoría arquitectónica italiana y francesa 3. La arquitectura barroca y neopalladiana en Inglaterra 4. Arquitectura en Europa central: entre el Barroco y el Rococó 5. España: el Barroco nacional y el cortesano 1. La arquitectura italiana entre la tradición barroca y los clasicismos Si Juvarra, Fuga y Vanvitelli son considerados por la historiografía como los tres arquitectos italianos más representativos del momento (que si bien son etiquetados como barrocos es evidente que muestran matices diferentes); tres son también los grandes centros constructivos: Roma, Turín en Piamonte y Nápoles, lugares donde se quiso poner de relieve el poder absoluto de sus respectivos gobernantes. 1. La Academia de la Arcadia en Roma. En 1690, siguiendo el modelo de Cristina de Suecia, se funda la Academia de la Arcadia como lugar de debate sobre las artes y de crítica al mal gusto, a la que pertenecerían personajes como el posterior Clemente XI, Haendel oVico. Se pretendía acabar con la artificiosidad y los excesos barrocos para volver a la simplicidad del clasicismo antiguo y renacentista, pretensiones que calarían poco a poco en la teoría y en la práctica de la arquitectura italiana especialmente a partir de 1750. 2. Los concursos clementinos de la Academia de San Lucas de Roma y su papel renovador. En Roma, donde apareció una arquitectura denominada como tardo barroco o clasicismo barroco tardío, destacarán De Sanctis, Salvi, Fuga o Valvassori; estando polarizada la actividad constructiva en torno a la corte papal y bajo los auspicios de la Academia de San Lucas, desde donde Carlo Fontana promovió un barroco académico (que no dejará de acusar tendencias rococós). De hecho la academia dio lugar a los concursos Clementinos, a través de los cuales los jóvenes arquitectos podían abrirse paso, mientras que a nivel teórico lo que se buscaba era abandonar los excesos decorativos a favor de la racionalidad y la funcionalidad. Inocencio XIII promovió un concurso para la realización de la Escalinata de la Plaza de España (1723-1726), quizá la mayor intervención urbana del siglo en Roma, y que ganó De Sanctis (con colaboración de Specchi). La monumental obra, curvilínea, adopta una solución académica y evidencia los efectos escenográficos y de perspectiva del momento, pues une dos espacios tomando como referencia la proyectada Iglesia de la Trinità de’Monti y el obelisco. Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 7 También la Fontana de Trevi se resolvió por concurso en 1732, a favor de Salvi y hallándose igualmente dentro del barroco romano más académico y adoptando el retorno a la naturaleza promovido a nivel teórico. Así tras el agua y el espacio de rocas se alza la fachada del Palazzo Poli, con un arco triunfal entre sendas columnas gigantes en el que se halla Neptuno. El mismo año Clemente XII convocó un concurso para realizar la fachada monumental de San Giovanni in Laterano, que ganó Galilei tomando referencias renacentistas y manieristas para dar lugar a una fachada clásica en dos plantas y con juegos de luces. 3. Fuga y Valvassori. El virtuoso Fuga adopta un clasicismo purista con notas neomanieristas, caso del Palacio de la Consulta en Roma. También trabajó en la nueva entrada oeste de la Basílica de Santa María Maggiore (que restauró en su interior) o entre otros en la remodelación del Palacio Corsini. Igualmente hay que mencionar a Valvassori, ganador de concursos clementinos como el de la fachada al Corso del Palacio Doria-Pamphili, que muestra a la perfección el barochetto (barroco decorativo tardío romano) por su dinamismo y sus curvas. 4. Arquitectura y escenografía: el Turín de Juvarra. Juvarra, como el anterior formado en la academia de San Lucas, asume el barroco tardío académico y la espacialidad dando una nota decorativa: así actuó en Turín, pues supo aunar lo antiguo y lo nuevo, así como lo italiano y lo francés. Además de realizar aportaciones por toda Europa fue un excelente dibujante de escenografías teatrales y de arquitecturas efímeras, lo que se trasluce en lo escenográfico de su Basílica Real de la Superga. De planta de cruz griega, cuenta con una esbelta cúpula y un pórtico tetrástilo y en ella jugó con el encuentro de diferentes figuras geométricas. Igualmente en Turín realiza la Iglesia del Carmen, de larga nave; mientras que su Palazzo Madama (de inspiración versallesca) cuenta con una fachada con orden gigante y un basamento almohadillado, y al interior una gran escalera de doble subida. Por su parte el Palacio Stupigini usa la naturaleza para apoyar su escenografía, destacando el cuerpo principal con planta en cruz de San Andrés (una x), que se rodea cuidadamente de más edificios en un diseño hexagonal. 5. Vanvitelli y el palacio real de la Caserta en Nápoles. Denominado como el canto del cisne del barroco italiano, es escenográfico y de formas más clásicas, con planta rectangular y cuatro patios interiores. Está rodeado de jardines como Versalles y también recuerda a El Escorial en su aire colosal y severo, pero si cita el clasicismo no olvida del todo el barroco académico promovido en Roma por Fontana. 2. La crítica del barroco y la búsqueda de una arquitectura racionalista en la teoría arquitectónica italiana y francesa Italianos y franceses llevarán la iniciativa en la teoría arquitectónica hacia el racionalismo y la funcionalidad a partir del estudio de la Antigüedad y la naturaleza, si bien muchos se contradijeron y se manifestaron como barrocos clasicistas, aunque en general se critica del barroco la ambigüedad de las formas y la ornamentación excesiva: la Belleza se identifica con la Razón. Cordemoy, en su Nouveau traité de toute l’Architecture (1706), da inicio a la crítica del barroco y la búsqueda de racionalismo y funcionalidad, pues defiende la columna, el entablamento recto e incluso el gótico por su ligereza y solidez. En Italia Lodoli sigue esta línea hacia 1750 apostando por la funcionalidad por encima de la decoración, siendo sus ideas publicadas por sus discípulos. Por su parte Milizia defiende un racionalismo ecléctico, critica a Miguel Ángel así como la obediencia ciega a la Antigüedad, Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 8 promovió el ejemplo de la naturaleza y menos radical que Lodoli, admite la necesidad de la decoración. Mientras tanto el pensamiento de Cordemoy continúa en Francia en las obras de figuras como el mencionado Blondel, admirando a Palladio y defendiendo el clasicismo francés del XVII, aunque a veces se contradijo a pesar de abogar por un racionalismo arquitectónico. Además de su obra práctica, destaca por haber impulsado la primera escuela privada de arquitectura de Francia. Laugier se revela como un filósofo del arte en su Ensayo sobre la Arquitectura, apoyando la razón, el estudio de la naturaleza y en general la simplicidad y el purismo formal, lo que tanta repercusión tendría en la segunda mitad del siglo XVIII. Planteó igualmente la funcionalidad e incluso defendió el gótico por haber sabido imitar a la naturaleza arbórea. 3. La arquitectura barroca y neopalladiana en Inglaterra El barroco fue fugaz en Inglaterra, acusó el palladianismo y se manifestó ya amanerado durante la 2ª mitad del s. XVII, destacando la figura de Wren. Por ello durante la 1ª mitad del XVIII quizá se pueden apreciar dos actitudes: la de los barrocos contrarreformistas y la de los neopalladianos, ya próximos al neoclasicismo desarrollado en el continente. 1. Los arquitectos barrocos: Hawksmoor, Archer, Gibbs y Vanbrugh. Si bien calificados como barrocos, más bien son eclécticos: Hawksmoor y Vanbrugh son unos neomanieristas barrocos, Archer es el más barroco a lo italiano e incluso en la discreta obra teórica inglesa se habla tanto de clasicismo como de gótico y arquitectura rural: la arquitectura inglesa busca la novedad y lo atrevido, pero también lo útil. Hawksmoor se formó junto a Wren a finales del XVII y conoció bien el barroco romano, aunque destaca por ser desconcertante en tanto que sus arquitecturas carecen de unidad. Diseñó varios templos como la Christ Church de Spitalfields, clasicista pero con una torre apuntada de tradición gótica, así como obras civiles. Archer viaja por Italia y en su obra se rastrea por tanto la influencia borrominesca, caso de Saint Paul de Deptford y su pórtico semicircular con columnas toscanas gigantes. Por su parte Gibbs aprendió la arquitectura junto a Fontana (aunque no dejará de añadir elementos goticistas en sus templos): Saint Mary-le-Strand será una síntesis entre la arquitectura del anterior y la de Wren. También realizó obras civiles como la famosa Radcliffe Library en Oxford, de planta circular, rematada en cúpula con interna y con almohadillado en la parte baja. Vanbrugh, polifacético, es más desconcertante que Hawksmoor (con quien colaboró)y es el arquitecto inglés más barroco y fantástico de todos. Si bien no sabemos dónde aprendió la arquitectura, su obra principal es el Blenheim Palace, realizado para el duque del Marlborough: tres bloques compactos con torres cuadradas a modo de fortaleza y que no guardan relación entre sí. También realizó el Seaton Delaval Hall, una casa de campo de aspecto rústico, como el anterior dispuesto en tres bloques. 2. Los arquitectos neopalladianos: Campbell, Boyle y Kent. Se suele afirmar que el neoclasicismo formal aparece ya en el Reino Unido en la 1ª mitad del siglo de la mano de estos tres arquitectos que siguen el legado de Palladio. De esta forma allí la segunda resurrección del clasicismo no fue tan compleja como en el continente y además se adelantó en el tiempo, promoviendo la simplicidad y la inmediatez, probablemente gracias a lo poco que arraigó el barroco y a la tradición del palladianismo de Iñigo Jones y Wren. El escocés Campbell publicó Vitruvius Britannicus y proporcionó el arquetipo de villa palladiana británica, pues copió los diseños de Palladio. El aristócrata Boyle, conde de Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 9 Burlington, protector del anterior y de Kent, viajó por Europa y patrocinó la difusión de la obra de Palladio y su asociación a la Antigüedad. También proyectó él mismo edificios como la Casa Chiswick. Kent fue arquitecto, pintor, decorador y promovió el típico jardín pintoresco inglés, que en contraposición al francés sigue a la naturaleza en un desorden aparente y un terreno ondulado, incluyendo arquitecturas que citan a las ruinas grecorromanas: templetes, columnas…, caso de los de la Casa Chiswick. Su obra más significativa es el Palacio Holkham. 4. Arquitectura en Europa central: entre el Barroco y el Rococó El Barroco tuvo su momento culminante en el imperio de los Augsburgo durante la 1ª mitad del siglo XVIII, si bien como en España no hay un límite preciso entre el Barroco exuberante o final y el propio Rococó. A las tradiciones locales se unió la influencia italiana (sobre todo en la arquitectura religiosa) y francesa (en la palaciega y en general en los arquitectos centroeuropeos calificables de rococós), mientras que hubo varios centros destacados que vamos a ver a continuación. 1. La escuela de Vorarlberg. Desarrollada en la frontera entre Suiza y Alemania (el lago Constanza), enlazó la arquitectura del siglo XVII a la del XVIII. La historiografía atribuye a esta escuela la creación de un modelo peculiar de iglesias de monasterios caracterizado por la importancia de un muro construido a base de pilares interiores que albergan capillas laterales (unidas a veces para formar estrechas naves laterales). De planta de cruz latina con transepto apenas marcado, no suelen tener cúpula. Beer es uno de los principales representantes de la tendencia y destaca por obras como la Iglesia capitular de Weingarten, de sensación colosal. Colaborador ocasional de Beer, Moosbrugger es el responsable de la Abadía benedictina de Einsiedeln, con dos torres flanqueando su cabecera como suele suceder en las iglesias de peregrinación. Igualmente hemos de mencionar la figura de Thumb. 2. Fischer von Erlach y San Carlos Borromeo en Viena. Fischer von Erlach es el arquitecto más representativo del barroco austriaco, centrando su actividad a caballo entre el s. XVII y XVIII. Muy buen conocedor del barroco italiano, que supo sintetizar con la tradición local, dota de gran dinamismo a sus edificios y especialmente a sus iglesias, de plantas elípticas y ovales. Su historicismo y eclecticismo se refleja en su Fundamentos de una historia de la arquitectura, obra que incluyó láminas que reflejan una Antigüedad múltiple en tanto que refleja también la arquitectura egipcia, islámica u oriental, buena muestra del incipiente gusto por lo exótico y pintoresco. La Iglesia de San Carlos Borromeo es su obra más conocida. Su fachada cita a la arquitectura grecorromana (al Partenón y a la Columna Trajana por ejemplo, pudiendo imaginarse las dos columnas igualmente como minaretes). Su planta centralizada es original (ver imagen) y se cubrió con una gran cúpula elíptica. Entre sus edificios civiles hay que mencionar varios palacios o la Biblioteca palatina de Viena. 3. Hildebrandt y la influencia italiana en Viena. Sucesor de Fischer von Erlach como primer arquitecto de corte, Hildebrandt también conoce bien la arquitectura italiana y la sintetizó igualmente con la alemana. Para el príncipe Eugenio de Saboya realizó su obra más conocida: el Belvedere, una villa suburbana constituida por dos palacios gemelos rodeados de jardines a la italiana. En general sus palacios, como el Palacio Mirabell, destacan por el empleo Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 10 de estancias ovales y octogonales y por sus espléndidas escaleras. 4. La familia de los Dientzenhofer en Bohemia y Franconia. A esta familia se le atribuye la configuración del Barroco tanto en Bohemia como en su entorno inmediato, estando sus miembros influidos tanto por el arte francés como el italiano (las referencias a Borromini y a Guarini son constantes tantos en estos como en Hildebrant y Fischer von Erlach) y gustando de geometrizar el espacio. Cristoph Dientzenhofer fue sobre todo proyector de templos como la Iglesia de San Nicolás de Mala Strana en Praga. Johan es responsable de la Catedral de Fulda, mientras que Leonhard lo es de la Abadía de Banz, de estructura oval. No obstante el arquitecto más original de la familia será Kilian Ignaz, constructor de diversas iglesias así como de palacios muy teatrales como el de Kinsky o la Villa Amerika (de inspiración china). 5. España: el Barroco nacional y el cortesano Los caminos que la arquitectura española sigue durante la 1ª mitad del siglo fueron diversos, si bien simplificando se advierten dos variantes del Barroco: el llamado nacional (más decorativo) y el clasicista cortesano (más estructural y llegado desde Italia y Francia), aunque también se habla de una tendencia rococó que con todo no se distingue bien del barroco nacional y que acusa el desconocimiento del rococó francés. También se ha afirmado que en el siglo XVIII el barroco español se hace vernáculo al hallar un lenguaje específico que reside en su carácter extremadamente figurativo, pues los edificios se cubren de motivos por todas partes, lo que propiciará en la segunda mitad la reacción clasicista. Así los edificios estaban tan llenos de figuras que podían leerse en clave iconográfica cual libros, especialmente en sus portadas retablo, pues no hemos de olvidar que en el pensamiento barroco las artes coincidían entre sí. Pese a todo este lenguaje barroco exaltado y figurativo no debió gustar a los primeros Borbones, quienes además de fomentar las manufacturas reales, atrajeron arquitectos italianos y franceses para conformar un barroco cortesano de corte clasicista y alguna vez rococó que será la base del nuevo clasicismo. 1. El Barroco nacional: los Churriguera y Pedro de Ribera. La historiografía apela a esta familia y a Pedro de Ribera (con excepciones) como de churriguerescos y para estudiar su obra hay que atender a dos aspectos: el empleo de estructuras y espacios tradicionales y un uso de la decoración centrado en la portada principal (si bien las máximas exageraciones decorativas estarán en los retablos que proyectaron). Y es que además de escultores, los Churriguera practicaron la arquitectura, especialmente en Madrid y en Salamanca; aunque en todo caso sus realizaciones se han identificado con un lenguaje artístico muy decorativo y de pretendido carácter castizo: el barroco nacional. José Benito de Churriguera destaca por el Nuevo Baztán (1709), un complejo urbanístico fabril cercano a Madrid que sin embargo está muy desornamentado y cita el barroco severo del s. XVII. Relacionado con este complejo está tambiénel Palacio de Goyeneche (actual sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), con fachada en dos cuerpos (izq.). De Joaquín de Churriguera hay que señalar edificios en Salamanca como el Colegio de Calatrava, de diseño horizontal y flanqueado por Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 11 dos torres. No obstante es Alberto el miembro de la familia más activo como arquitecto. Su principal proyecto fue la Plaza Mayor de Salamanca (que sería completada ya tras su muerte y que se considera como la pieza maestra del rococó español): de forma rectangular y cerrada, cita a las plazas españolas del s. XVII pero está mucho más decorada, caso por ejemplo de las enjutas de sus 88 arcos de medio punto adornadas todas con medallones. Suyas también son las trazas de la salmantina Iglesia de San Sebastián, de cruz latina y gran cúpula octogonal. 2. El Madrid de Pedro de Ribera. Ribera fue el arquitecto español más activo de la 1ª mitad del siglo en Madrid, donde realizó diversas tipologías arquitectónicas (siempre queriendo resaltar sus portadas) que demuestran su versatilidad. En 1724 su Puente de Toledo ya estaba acabado, que consta de nueve ojos entre pilares circulares a modo de fortaleza. A él se le debe también la remodelación de la fachada de la Iglesia de Montserrat para darle más sentido de movimiento y el Cuartel del Conde Duque, realizado para albergar a los guardias de Corps de Felipe V: de gran simplicidad salvo en su portada churrigueresca, se articula en crujías de tres plantas que encierran rectangularmente tres grandes patios. Más característica aún de Ribera es la Portada del Hospicio de San Fernando, hecha a modo de retablo, muy ornamentada y teatral y que contrasta con la simplicidad de la capilla interior y en general con la irregularidad de la planta del hospicio. Igualmente proyectó el templo de las Escuelas Pías de San Antón, cuya fachada se despojaría de adornos para adecuarla al posterior clasicismo del resto del conjunto. También presenta mucho interés la Ermita de la Virgen del Puerto, de gran simplicidad, planta central y realizada en ladrillo. En resumen: la obra de los Churriguera, Pedro de Ribera y sus seguidores fue objeto de crítica por sus excesivos adornos, pero lo cierto es que a nivel popular estas obras fueron muy celebradas. 3. Arquitectura catedralicia. Durante estos momentos, a pesar de que se inicia la construcción de la Catedral de Cádiz, la mayoría de intervenciones se encargan de concluir las obras iniciadas y significativamente de dotarlas de nuevas portadas. De esta forma las ciudades escondieron las arquitecturas antiguas bajo una fachada teatral que decoraba el entorno y se adecuaba a los gustos del momento. En el siglo XVIII la ciudad de Cádiz adquirió un gran auge al hacerse cargo del comercio americano, por lo que no ha de extrañar que decidiera la construcción de una nueva Catedral, diseñada por Acero hacia 1722. Inspirándose en la de Granada, tiene tres naves (en lugar de cinco) con girola circular y el uso de curvas en el interior y en la fachada principal (de tres calles) fomenta la ilusión de espacio y movimiento. De todas formas Acero dimitió pronto y la obra fue acabada ya en el siglo XIX tras la intervención de diversos arquitectos. Como decimos en otras ciudades las intervenciones catedralicias se limitaron a la construcción de nuevas fachadas. La primera en hacerlo fue Valencia, al realizarse una fachada a cargo del austriaco Rudolf y después entre otros Tosca, de influencia borrominesca quizá por su perfecta acomodación a un espacio tan reducido, pues en una planta oval combina lo convexo y lo cóncavo y favorece además el juego de luces. Pero la intervención más espectacular va a ser la de la Fachada del Obradoiro de la catedral de Santiago. El proyecto de Casas de 1738 quiso dar un nuevo rostro al templo románico que ya había sido transformado en su exterior durante el siglo anterior buscando dotarlo de una Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 12 perspectiva simétrica y por tanto adecuada a su nobleza en tanto que tumba del apóstol (por ejemplo se construyó la escalinata manierista de acceso o una cúpula sobre el cimborrio medieval). Casas tuvo pues que acomodarse a lo existente e intentar hermanar lo antiguo y lo nuevo, para lo que hubo de ser ecléctico y selectivo, saliendo no obstante malparada la portada románica. Con un nuevo ritmo ascendente, la nueva portada adquirió un sentido goticista y se llenó de adornos. Hemos de mencionar por último a la Fachada principal de la catedral de Murcia como una de las obras españolas más rococós. Iniciada en los años treinta, tiene tres calles, siendo la central la más alta, la más decorada y a modo de arco del triunfo. 4. La Andalucía barroca durante el siglo XVIII. Destacan dos centros: Sevilla y Granada, distinguibles tanto por sus decoraciones como por sus materiales específicos, ladrillo rojo, azulejos y tejas multicolores en la primera; mármoles y yeserías en la segunda. Figueroa va a ser el arquitecto más representativo del barroco sevillano. A finales del siglo XVII ya trabaja en el Hospital de los Venerables Sacerdotes para construir su fachada y su bello y sencillo patio, usando el ladrillo rojo vitolado para lograr juegos cromáticos en constaste con el blanco de los encalados. Si también se ocupó de la reforma total del Convento de San Pablo tras su hundimiento, igualmente dirigió la construcción de la Iglesia del Salvador a caballo entre ambos siglos, donde se le atribuye directamente las bóvedas, la cúpula y la decoración. También se encargó de completar una obra ya iniciada, el Colegio Seminario de San Telmo: de planta rectangular, a Figueroa se le atribuye la fachada principal, la iglesia y el patio central, en los que jugó de nuevo con las bicromías, destacando además lo logrado de su portada (izquierda). Suya es también la Iglesia del Convento de San Luis de los Franceses, de planta central octogonal con brazos semicirculares, de influencia romana, interior recargado y una fachada tan repleta de ornatos que recuerda el plateresco. Fruto de varios ingenieros militares, la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla es por su parte muy representativa de la arquitectura sevillana de la 1ª mitad del XVIII. Protegida por un foso y de gran planta rectangular, su arquitectura se adapta su función: tiene un patio central y otros veinticuatro menores (para secar y moler el tabaco), escasos vanos en su planta baja para favorecer la humedad y proteger el producto de la luz, zonas de oficinas… esto es, acusa un gran racionalismo. Por ello, salvo la portada principal, el edificio ofrece una gran simplicidad y una clara desornamentación. En Granada (y Córdoba) es decisiva la figura de Hurtado Izquierdo, con una obra muy ornamental, con citas al arte hispanomusulmán (sobre todo por el uso de yeserías) y que en general está concebida de forma totalmente figurativa y escenográfica, buscando un lenguaje Barroco nacional pero coincidiendo a la vez con las bases rococós. Fue primero maestro de obras de la catedral cordobesa, ciudad donde diseñó el Hospital del Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 13 Cardenal Fray Pedro Salazar y Toledo, y tras intervenciones en Málaga pasó a ser maestro de obras de la catedral de Granada. En ella intervino en la Iglesia-Capilla del Sagrario (derecha) si bien adaptándola al lenguaje de Diego de Siloé, siendo muy representativa del último barroco en tanto que arquitectos, pintores y escultores trabajaron en ella de forma complementaria para dar lugar a una obra espectacular. A él se le atribuye también a veces la Sacristía de la Cartuja de Granada, de planta rectangular en una nave, donde destaca el mármol granate de su zócalo y las yeserías blancas de inspiración nazarí que la cubren densamente. Esta forma peculiar de concebir la arquitecturala ejecutó también fuera de Andalucía, caso del Sagrario de la Cartuja del Paular de Rascafría, camarín separado del altar mayor a través de dos estancias y donde se juega con los contrastes de luz y con el uso de materiales pobres y ricos. Hurtado Izquierdo creó de hecho una auténtica escuela de arquitectos, destacando Bada y Navajas, cuyas obras de hecho se confunden a menudo. De este último destaca la Iglesia del Hospital de San Juan de Dios en Granada, con una nave y de cruz latina, interior muy decorado y una fachada a modo de retablo en tres calles (con estatua del santo en hornacina encima del frontón curvo partido) flanqueada de dos torres. 5. La arquitectura en Cataluña durante la primera mitad del siglo XVIII. Castigada por su apoyo al pretendiente austriaco en vez de a Felipe V, Cataluña no erige grandes edificios durante la 1ª mitad del siglo. Destacan no obstante la Universidad de Cervera en Lleida, de aire militar en tanto que fue construida por un ingeniero militar, planta rectangular y capilla de tres naves plurifuncional; así como la Ciudadela de Barcelona, de forma pentagonal y gran tamaño, de la que solo se conserva su capilla y su arsenal, actual sede del Parlament. 6. La construcción del santuario de Loyola. Con diseño original de Carlo Fontana y comenzado en el último cuarto del s. XVII, fue acabado ya en el siguiente de la mano de arquitectos españoles. Así, en torno a la casa natal de San Ignacio de Loyola se construyó un monasterio, a cuya iglesia de planta circular y cúpula semiesférica sobre tambor y con linterna, da acceso una gran escalinata y un pórtico curvo de tres vanos. Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 14 3. Las artes figurativas durante la primera mitad del siglo XVIII 1. La pintura festiva y galante en Francia 2. Pintura en Italia 3. Pintura en España 4. La pintura en Inglaterra 5. La escultura en Francia durante la primera mitad del siglo XVIII 6. La escultura española durante la primera mitad del siglo XVIII 1. La pintura festiva y galante en Francia Tras el auge de la pintura durante el reinado de Luis XIV en Francia se desarrolla a lo largo de la 1ª mitad del XVIII un arte figurativo caracterizado por los temas festivos y galantes, de carácter laico y refinado, así como por unos temas mitológicos sin solemnidad y que a veces se tratan en realidad de retratos. A la par pintores como Cardín privilegian la pintura de género y el bodegón. Después de una fase algo ecléctica y dubitativa, la pintura francesa acaba por asumir un lenguaje personal. Asume la profusión del color, preferido al tratamiento minucioso del dibujo de Pausan y en general la Academia; igualmente gusta la representación de lo cotidiano, por lo que poco a poco aumentan los cuadros con escenas intimistas, familiares o incluso intrascendentales. La representación de la mujer es muy fuerte, y en general se aprecia la alegría de vivir de la época. 1. El mecenazgo de Madame de Pompadour. Y es que tras los conflictos de fines del XVII y comienzos del XVIII la paz vuelve, la burguesía resurge y además la corte francesa vuelve desde Versalles a las Tullerías parisinas durante la regencia. La afición por el rococó, nacido durante esta última, se continuará después especialmente gracias a Madame de Pompadour, amante de Luis XV que morirá en 1764. Fue una gran mecenas, protegiendo a Boucher (Madame de Pompadour) y a escultores como Falconet (La música) o Pigalle, y favoreciendo las manufacturas de los Gobelinos o de Sèvres. Pero si protegió a los principales artistas rococós, también favoreció a partir de mediados de siglo la reacción neoclásica. 2. Refinamiento y escenografía: Watteau. Pese a que murió en 1721 con 38 años, es el gran pintor francés de la 1ª mitad del siglo. Con un aprendizaje similar al de un escenógrafo, conoce la pintura holandesa y veneciana y aparece influido por Rubens. En su obra destacan sus escenas de fiestas galantes y de cómicos, con fondos de naturaleza placentera y de toque nostálgico, destilando un estilo elegante y que aunque de exquisito refinamiento, muestra espontaneidad. Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 15 Entre sus escenas de fiestas galantes podemos citar El minuet o su último gran óleo, L’enseigne de Gersaint, realizada para que sirviera como reclamo publicitario para la galería selecta de su amigo, por lo que la historiografía lo interpreta como la representación del cambio de gusto desde la pintura del Gran Siglo francés a la pintura rococó. Más conocidas son las obras que representan escenas de comedias a cargo de la Commedia dell’Arte o de los Comediens Français, donde retrata personajes que se constituyeron en auténticos arquetipos, caso de su Pierrot, antes llamado Gilles, que emerge entre otros personajes como estático, melancólico y grotesco. Dentro de este tipo de representación de temas teatrales hay que mencionar también su Mezzetin. Sin embargo su obra maestra es considerada el Embarque para Citerea, pues es un gran manifiesto de la pintura rococó francesa y donde mejor demostró su estilo. En ella se muestra a varias parejas de diversa condición social en medio de un paisaje idílico donde destaca la estatua en busto de Venus, escena que se ha querido leer como las diversas secuencias del proceso amoroso. Formalmente hace gala de un colorido difuminado, sin que las figuras se dibujen con precisión. 3. Boucher y el sensualismo estilista. Junto a Watteau y Fragonard, Boucher (1703-1779) fue uno de los pintores que mejor supieron representar el espíritu curvilíneo y vitalista del barroco y frívolo rococó francés. Preciosista y virtuoso dibujante, sus cuadros parecen desbordarse con el empleo de un colorido de tonalidades cálidas que no le llevó sin embargo a difuminar las figuras ni a mostrarlas tristes y nostálgicas, pues en realidad aparecen en las más diversas y divertidas poses y actitudes. La mujer fue la gran protagonista de su obra, sensual y prácticamente erótica gracias a su belleza traslucida entre encajes y telas en un medio lujoso y repleto de muebles o en medio de la frondosidad natural. A parte de recrearse en la mujer, en relación con temas mitológicos y pastoriles de corte amoroso (Pastoral de verano); también se ocupó de la pintura de costumbres, donde no busca la trascendencia sino la anécdota vital que aleje de las inquietudes existenciales. Por ello se complació en pintar los diferentes episodios de las vidas de Venus o Diana (Diana en el baño, Diana después de la caza), al igual que se recreó retratando a Madame de Pompadour cual si fuera la reencarnación de una nueva diosa. Y estos modelos femeninos serán siempre proporcionados y frágiles, donde se resaltan concavidades y ropajes, como cuando representa a odaliscas como en la Muchacha recostada. En realidad Boucher, admirado y criticado a la vez, fue un triunfador y estuvo muy cotizado. Acusa las influencias de Watteau, accedió a la Academia de Francia con su obra Reinaldo y Armida (para la cual posó como en otras ocasiones su propia esposa) y fue designado decorador jefe de la Ópera de París. Finalmente en 1751 Madame de Pompadour lo eligió en persona para que le diera clases de dibujo y grabado, además de para realizar varios retratos suyos, para finalmente ser nombrado primer pintor de cámara de Luis XV. 4. Fragonard. Se le considera como el último gran pintor del rococó francés (1736-1806) e incluso como uno de los iniciadores del Romanticismo histórico, pues no acusó el Neoclasicismo, aunque sobre todo lo que demuestra es el eclecticismo tan típico de los artistas franceses de la 1ª mitad del XVIII. Discípulo de Chardin y de Boucher (si bien con un abocetamiento de la línea más similar a Watteau), recibe la casi inevitable influencia de Rubens, Rembrandt o de los pintores italianos. La historiografía le ha etiquetadocomo el pintor del amor y califica su estilo de refinadamente elegante; pero si bien es cierto que ejecutó numerosos escenas galantes y amorosas, también se dedicó a pintar retratos (Diderot) o temas familiares. Fue además también protegido por la sucesora de Pompadour como amante de Luis XV, Madame du Barry, aunque lo cierto es que por ejemplo esta rechazó una serie de cuadros de Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 16 temática amorosa que Fragonard realizó para su casa. La fama de pintor galante y frívolo quizá la obtuvo a causa de obras como su famoso El columpio, donde hace gala al igual que Watteau y Boucher, de una pintura decorativa, escenográfica y de erótica sensualidad, donde igualmente el paisaje es importante. El cuadro, lúdico y hasta malicioso y de composición diagonal-curvilínea (columpio-ramaje del árbol), muestra un ambiguo anciano que empuja el columpio entre los matorrales, mientras que un aparente amado, recostado junto a una estatua de Cupido, contempla las piernas de la joven. La línea de esta obra ya la había iniciado en otras como Las bañistas, donde aprovecha el tema mitológico para ejecutar unas ninfas desnudas de curvas tan rococós que parecen fundirse con la naturaleza por su abocetamiento. Pero si Boucher desnuda a sus personajes en un marco helenístico, Fragonard representa a mujeres de su propia época. Otros cuadros de temática amorosa son El beso robado o El cerrojo, de composición diagonal y aludiendo al pecado. A su vez Fragonard también imita a su maestro Chardin (y a Frans Hals) en pinturas intimistas de género como Lección de música, donde además aparece el asunto galante. 5. La naturaleza muerta y el mundo cotidiano: Chardin. Quizá se pueda hablar de la existencia en Francia de dos tipos de pintura distintos pero complementarios en función de los temas y los mecenas. Así si hemos estado viendo obras galantes y mitológicas promovidas por la aristocracia y la burguesía financiera, parece que la llamada pintura de género que representa el mundo cotidiano y las naturalezas muertas agradaba más a la burguesía media. Junto a Greuze, Chardin es el representante más relevante esta pintura de género, sobria e íntima, que encuentra parangón en la pintura flamenca del XVII. Exacta e intemporal, la pintura de Chardin acusa un delicado color y uso de las luces. En 1728 fue admitido en la Real Academia de Pintura como pintor de naturalezas muertas gracias a dos de sus obras más conocidas: La raya y El buffet. Más tarde abarcó las escenas de género, en las que destaca una mujer trabajadora y natural, destacando La bendición de la mesa, El castillo de naipes o La burbuja de jabón. Gozando también del favor de poderosos mecenas, su pintura irá evolucionando y mostrará el uso del pastel en obras como su Autorretrato con visera. 6. Greuze. Artista de transición entre el rococó y el neoclasicismo, tiene una obra de temática ambigua, pues gira entre lo moralizador y la presentación de mujeres falsamente ingenuas, caso de Inocencia. No obstante fueron las primeras obras las que le concedieron (como a Chardin) el aprecio de Diderot, como Septimio Severo reprochando…; mientras que cultivó una pintura de género que agrupa más personajes que la de Chardin y que también es moralizante, signo ya de neoclasicismo. 7. El retrato francés durante la 1ª mitad del siglo de la Ilustración. Si bien los pintores ya vistos practicaron el retrato, hubo en Francia artistas importantes que se especializaron en el mismo, de entre los que hemos que destacar primero a Largillière y a Rigaud, ambos a caballo entre el s. XVII y el XVIII. Ambos practican un retrato aparatoso y pomposo, con figuras majestuosas y teatrales entre fondos lujosos o ya naturales. Del primero es el Retrato de Madame Claude Lombert de Thotigny, mientras que de Rigaud, pintor predilecto de Luis XIV, destacan precisamente obras como el Retrato de Luis XIV del Louvre (1701) o Luis XV de niño. Nattier representó a la aristocracia como si fueran dioses del Olimpo (Marie-Adélaide de Francia como Diana), aunque quizá sea Quentin de la Tour el retratista francés más significativo de la 1ª mitad del siglo, destacando sus pasteles con personajes relajados que reflejan su personalidad y su condición social (Retrato de D’Alambert, Retrato de Rousseau). Por último hemos de destacar a Vigée Lebrun, discípula de Greuze que sobresale como retratista de niños y mujeres (caso de su Autorretrato con su hija o María Antonieta y sus hijos) Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 17 y que acabará entrando en la Academia gracias a la obra La Paz trae la Abundancia. 2. Pintura en Italia Es indudable que Italia en el siglo XVIII mantenía el gran protagonismo pictórico que tenía desde el Renacimiento, quizá por inspirarse en exceso en su gran pasado, hasta el punto de que muchos pintores italianos sobrevivieron mostrando el esplendor pasado de forma más o menos nostálgica en sus vistas de Roma, Venecia y de los paisajes arqueológicos, o realizando la copia de obras como recuerdo para los viajeros del Grand Tour. En cualquier caso en la 1ª mitad del siglo destacan tres focos pictóricos, Roma, Nápoles y Venecia; que comparten por influencia del último la importancia del colorido transparente y el sentido decorativo, debiéndose destacar asimismo el auge de la pintura de paisaje. 1. La pintura veneciana. De los tres focos el que albergará a los pintores más relevantes será es el de Venecia, con el gran fresquista Tiépolo, el pintor del ambiente burgués Longhi o los paisajistas Canaletto y Guardi. Paradójicamente Venecia ya hacía mucho que había perdido su poder comercial y marítimo, pero los viajeros extranjeros que acudían a ella contribuyeron a mantener su esplendor cultural, pues de hecho actuaron como mecenas al igual que las grandes cortes europeas, lo que dio prestigio y un carácter internacional a la pintura veneciana. La historiografía considera a Ricci como el iniciador de este nuevo esplendor pictórico. De sus pinturas, luminosas y decorativas, cabe destacar obras como Alegoría de Francia como Minerva. Por su parte Piazzetta contribuyó igualmente al nuevo auge la de la pintura veneciana, sobresaliendo por sus cuadros pastoriles, tenebristas y naturalistas como La Adivina. De esta forma ambos pintores prefiguran dos posibles caminos para la pintura posterior: el del claroscuro rico en colorido de Piazzetta o el del estilo luminoso y decorativo. La pintura decorativa de Giambattista Tiépolo. No obstante el gran pintor de la escuela veneciana del momento va a ser Tiépolo (1696-1770), magnífico representador de la ilusión del espacio pictórico que por tanto supo establecer un nexo casi indivisible entre sus pinturas y las arquitecturas que las contienen. Con composiciones escenográficas y con atrevidos escorzos, se suele afirmar que hizo una muy buena síntesis de la pintura italiana desde el Renacimiento a lo largo de la fecunda obra que dejó repartida en Italia, Alemania y España. Comienza su producción en los años veinte con obras que ya muestran su típica composición piramidal como El rapto de Europa, u otras como Diana y Acteón. De los años treinta es su fresco El triunfo de Céfiro y Flora, así como las tres escenas de la vida de santo Domingo de la iglesia de Santa María del Rosario. Igualmente en Venecia se encuentran la Aparición a san Simón Stock, los destruidos frescos con El milagro de la Santa Casa de Mileto, o las escenas de la Historia de Marco Antonio y Cleopatra (donde trasluce la influencia del Veronés, al igual que en otras obras posteriores). Entre 1750-53 vive en Würzburgo, donde el elector de Brandemburgo le hizo pintar la Escena de la boda de Barbarroja y la Investidura del obispo Horaldo. De nuevo en Venecia colabora con sus hijos en los frescos de la Villa Valmarana y realiza el fresco de la Alegoría de la boda de Rezzonicoy Savorgnan (arriba), para pasar a España en 1762. Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 18 La pintura costumbrista burguesa de Pietro Longhi. El pintor que mejor y de forma más realista reflejó la burguesía veneciana en auge, incluye una crítica social de corte humorístico (con un cierto paralelismo a la obra de Hogarth), como en sus constantes referencias al mundo teatral y a las máscaras. Longhi crea obras de pequeño formato, con escenas de interiores pintadas de forma sencilla e incluso ingenua, acusando un colorido cálido. Destacan obras como El concierto, El rinoceronte, El desayuno del matrimonio o El Ridotto (muchas de ellas se encuentran en el museo Ca’Rezzonico) que inmortalizan muchas veces las escenas carnavalescas con los característicos atuendos venecianos, fiestas reputadas en toda Europa que atraían a los viajeros en busca de diversiones y libertad de costumbres. El paisajismo veneciano: las “vedute” de Canaletto, Belloto y Guardi. Se dice que especialmente apreciadas por los ingleses, las vedute constituyeron un auténtico género pictórico de la Venecia del s. XVIII que acreditó al paisaje por sí mismo y no sólo como simple fondo para géneros considerados como más nobles. Las vedute de Canaletto (1697-1792) fueron obras de fidelidad casi fotográfica en las que el hombre tenía una gran presencia, si bien ante la demanda de los viajeros extranjeros redujo su presencia, añadió un mayor grado de invención a sus vistas (tanto en detalles como en el elemento esencial de la perspectiva) y representó más bien los que serían los tópicos urbanísticos venecianos, participando en general estas obras de la pintura de género (e incluso histórica: La recepción del embajador de Francia en Venecia) en tanto que suelen aludir a las costumbres venecianas. De hecho su grado de invención le llevó incluso a sus caprichos, esto es, obras donde aparece una Venecia inventada o transformada, como en Capricho con proyecto de puente y edificios paladianos, donde aparece el proyecto de Palladio para el puente de Rialto, finalmente descartado. Esta tendencia a la mezcla entre realidad y ficción viene de su formación con su padre, escenografista, y de Roma, donde conoció vistas urbanas en este sentido como las de Pannini. Muy bien acogido entre los ingleses (el cónsul británico en Venecia llegó a tener más de cincuenta cuadros suyos), en 1746 se establece en Londres cambiando los paisajes venecianos y la luz mediterránea por lo británico (Interior de la casa Ranelagh), lo que no gustó a los coleccionistas e hizo que tuviera que regresar finalmente. Aparte de Canaletto hubo otros vedutistas venecianos que siguieron su línea, aunque con menor éxito. Bellotto, sobrino de hecho del primero, trabajó en media Europa realizando vedute con paisajes urbanos muy meticulosos pero de tonos más oscuros que Canaletto (Coronación en el Palacio Ducal). Por su parte Guardi, igualmente discípulo de Canaletto y cuñado de Tiépolo, fue más original y tuvo un trazo más libre en sus capricci que parecen adelantarse al romanticismo y en sus vistas reales (El Bucentauro parte hacia el Lido…). 2. La pintura napolitana. En Nápoles Solimena recoge la herencia de Luca Giordano, y Giaquinto, de exquisito colorido, se considera como el principal maestro italiano del rococó. Solimena y la Academia napolitana. Referente de la pintura napolitana de la 1ª mitad del s. XVIII, es un maestro aún plenamente barroco que realizó composiciones dinámicas y recargadas en tonalidades parduscas y con temáticas religiosas y mitológicas, caso de Expulsión de Heliodoro del templo, y disfrutó de un gran prestigio en Italia. Giaquinto, formado en torno a la auténtica academia napolitana que creó Solimena, pasó mucho tiempo en Roma y luego en España, donde ejecutó obras para Fernando VI (La Justicia y la Paz). Equiparado a Boucher, realiza composiciones coloridas, transparentes y con espectaculares rompimientos de gloria. 3. Academicismo barroco en la pintura romana. La escuela romana, dominada por la Academia de San Lucas, seguirá un camino más académico y conservador enraizado en el Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 19 barroco tardío, promocionando el dominio del dibujo sobre el color. Las vistas de Roma de Pannini, de nota romántica y pintoresca, fueron adquiridas también por los viajeros europeos y revelan su formación como arquitecto y escenógrafo. Entre sus cuadros hay que destacar Galería de vistas de Roma antigua y moderna o Representación en el teatro Argentino. Retratos de viajeros por Italia: Batoni. Por su parte Batoni fue el principal retratista de la escuela romana (tras ejecutar obras de temática religiosa), satisfaciendo la demanda de los viajeros del Grand Tour y mostrando la influencia de Rafael y colocando diversos motivos como en su Retrato de Charles Cecil Robert o su Retrato de Pío VI. 3. Pintura en España La presencia de pintores extranjeros en España durante la 1ª mitad del s. XVIII es abundante, llamados por los Borbones para realizar retratos (los franceses) y decorar los nuevos palacios reales (los italianos, que tendrán después el favor real por encima de los primeros, especialmente a partir de Fernando VI). Mientras tanto la historiografía apunta a la decadencia de la pintura española del momento, especialmente si la comparamos con la del Siglo de Oro, y agravada por la preferencia de los reyes por los extranjeros (que, de segunda fila en sus países, tampoco supieron crear escuela en España). 1. Pintores franceses en España: Houasse, Ranc, van Loo y Flipart. Los franceses serán recargados, decorativos y hasta pomposos, desarrollando el barroco decorativo y el rococó. El primero a señalar es Houasse, que tenía ya cierto prestigio en Francia, fue imaginativo y de ejecución delicada y fue nombrado pintor de cámara de Felipe V: entre sus obras cabe destacar las mitológicas (Bacanal), vistas de factura casi impresionista como Vista del Monasterio de El Escorial, sus cuadros de género (que inspirarán a Goya) o retratos como el de Luis I (arriba) considerado como unos de las primeras obras rococós de España. Ranc, retratista oficial de Felipe V durante una década, da lugar a obras demasiado académicas y a veces aparatosas y pomposas, como se observa en el boceto para el perdido La familia de Felipe V o en La reina Isabel de Farnesio. Por su parte van Loo sucedió al anterior en el cargo durante década y media: virtuoso técnico, utilizando un estilo rococó luminoso y con composiciones grandiosas. Se debe señalar como su cuadro más representativo La familia de Felipe V, en el que los personajes aparecen ennoblecidos aunque respetando sus personalidades, falsamente sorprendidos en una escena íntima con fondo escenográfico de lujo extremado. Flipart, con formación italiana, fue nombrado pintor de cámara ya por Fernando VI, realizando obras como La rendición de Sevilla a San Fernando. 2. Pintores italianos en España: Procaccini, Amigoni, Joli, Giaquinto y Tiépolo. Los italianos se encargaron de los frescos con programas iconográficos del nuevo Palacio Real o de los sitios de Aranjuez y La Granja. Su presencia se inicia con Procaccini, discípulo de Maratta que si fue buen retratista (en España deja el Retrato del Cardenal Carlos de Borja), se dedicó entre otras tareas a crear y supervisar la Real Fábrica de tapices de Santa Bárbara, para la que realizará series de cartones como las del Quijote. Amigoni, que ya había pasado por otros países, realiza varios retratos como el del Marqués de la Ensenada y decoró el comedor de gala de Aranjuez. Casi al mismo tiempo que él (mediados del siglo) se encuentra en Madrid el vedutista Joli, que trabajó con las figuras Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 20 destacadas en Italia y dejó vistas panorámicas exactas como la Calle de Alcalá o el Embarque de Carlos III en Nápoles.El ya tratado Giaquinto fue llamado por Fernando VI a la muerte de Amigoni para que fuera pintor de cámara y para ser el Director General de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su obra en España fue por tanto importante, destacando una serie sobre la Pasión de Cristo y especialmente los programas del nuevo Palacio Real que incluyen entre otros muchos frescos El triunfo de la Religión y de la Iglesia o El nacimiento del Sol y el Triunfo de Baco. Tiépolo llega a la España de Carlos III en 1762 ya anciano junto a sus hijos, un auténtico equipo que pintó al fresco extensos espacios del Palacio Real con una perfecta unidad estilística y un lenguaje rococó que intenta simplificarse de acuerdo a los nuevos vientos neoclasicistas. Y es que el pintor bohemio Mengs ya estaba en España, formado en el barroco clasicista romano y cuyo Parnaso de la Villa Albani en Roma es considerado como el primer manifiesto de la pintura neoclásica, línea que acabaría prefiriendo Carlos III y con él toda España. Más práctico que el teórico Mengs, Tiépolo realizará no obstante algunas de sus mejores obras realizando una síntesis de sí mismo, como la Gloria de la Monarquía española (de composición espiral en S) o la Apoteosis de la Monarquía española (izquierda) hasta el punto de que estas escenas alegóricas de difícil interpretación quizá señalen la culminación y el punto final del fresco rococó. Una de sus últimas obras antes de morir en España es una sencilla Purísima Concepción que recuerda a Murillo. 3. Pintores españoles: Palomino de Castro. Al comenzar el siglo XVIII la mayoría de discípulos de los grandes maestros del Siglo de Oro de la pintura española ya habían fallecido, creándose un vacío que llenaron (y motivaron a la vez) los artistas extranjeros. Por ello sólo Palomino de Castro (1655-1726) va a atravesar la frontera del siglo. Pintor ante todo de asuntos religiosos, destaca por frescos como los de la cúpula del Sagrario de la Catedral de Granada, pero su aportación más interesante quizá sea su labor teórica, caso de El museo pictórico y escala óptica, una auténtica síntesis enciclopédica del conocimiento sobre pintura orientada no obstante hacia lo práctico que fue apreciada en Europa. 4. La pintura en Inglaterra En general el arte inglés del siglo XVIII acusa un gran auge y se muestra complejo, con particularidades respecto al resto de Europa y paradójicamente equidistante entre unas formas aun rococós y una tendencia clasicista. El retrato es el género pictórico más representativo, y aunque es original parte del legado de Holbein el Joven y de Van Dyck, y absorbe influencias del Renacimiento italiano (gracias al Grand Tour y la formación en Italia de algunos pintores). Existe una tendencia clara a dar una visión naturalista del retratado, a asociar los retratos al género literario y moralizante y a colocar paisajes como fondos. No obstante cada uno de estos aspectos aparece más o menos señalado según cada pintor: Reynolds será más clasicista, Hogarth privilegia la tendencia moralizante insinuando el realismo crítico del s. XIX y quedándose a medio camino entre el rococó y el clasicismo inglés, Gainsborough profetiza Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 21 la posterior afición romántica por el paisaje y Mas destaca por la caracterización psicológica del retratado. 1. La crítica moralizante de Hogarth. Hogarth (1697-1764) destaca sobre todo por sus cuadros y grabados satíricos realizados con una fina ironía que atacaron a la sociedad aristocrática de la época denunciando su falsa y doble moral, tan en la línea del interés ilustrado por hacer progresar la sociedad. Entre sus series de grabados al aguafuerte destaca su gran realismo aunque quizá estén centradas en motivos demasiados anecdóticos, y a veces dieron lugar a cuadros seriados si bien también funcionó el proceso inverso. En sus obras se advierte casi un relato literario que revela la influencia de escritores como Shakespeare, Defoe o Switz (si bien también influyó en la propia literatura); y de un marcado aspecto teatral cual si de varias escenas de un drama se tratara, hasta el punto de que se le considera el primer artista de historietas cómicas. La carrera del libertino lo ejemplifica bien, serie que le reportó bastante dinero después de que la denominada Ley Hogarth (fue él quien la propuso) se aprobara, pues garantizaba el respeto de los derechos de autor e impedía las reproducciones fraudulentas (que había sufrido por ejemplo su serie La carrera de la prostituta, derecha). Por su parte los cuadros de El matrimonio a la moda que dieron lugar a los grabados, son autónomos y están más trabajados que los anteriores, constando de seis secuencias que reflejan críticamente el proceso del contrato matrimonial. Pero a veces sus grabados sueltos son incluso más interesantes que las series, arremetiendo contra temas muy diversos (El poeta en la miseria, Los cinco órdenes de pelucas…). Pero Hogarth trató también otros géneros y fue especialmente retratista (Retrato del capitán Thomas Coram o Autorretrato con su perro, resumen de sus gustos literarios y tendencias artísticas), destacando por sus retratos familiares en conversación (La familia Strode), donde concilia la pomposidad rococó con su innata capacidad naturalista. Igualmente Hogarth retrató no solo a aristócratas y ricos burgueses, sino también a personajes populares como en Los criados del pintor o Vendedora de camarones, uno de sus lienzos más conocidos quizá por la vitalidad que desprende y por su estética impresionista. Además fue autor del texto Análisis de la belleza, donde quizá quiso demostrar su formación clásica, aunque en general no aportó mucho a la reflexión teórica. 5. La escultura en Francia durante la primera mitad del siglo XVIII La escultura francesa adquirió un auge considerable durante la 1ª mitad del siglo sólo comparable al del reinado de Luis XIV. Durante este tiempo los escultores franceses pasarán periodos de formación en Italia gracias al haber sido becados, donde conocerán el clasicismo del Renacimiento italiano, pero también el barroco de maestros como Bernini. A su regreso estos escultores gozarán del favor real, realizando retratos de calidad y numerosas composiciones en grupo de carácter mitológico para estancias y jardines palaciegos (pues la cita al mundo grecorromano y en general a lo mitológico y a la divinización del poder entra en auge), siendo las temáticas religiosas en contrapartida poco demandadas. Sin duda hubo una paulatina renovación escultórica, pues si a inicios del siglo siguen los esquemas grandilocuentes de Luis XIV, con el tiempo las formas pomposas se sustituirán por la expresión de la alegría de vivir y después por el matiz ético y el deseo de retorno al Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 22 clasicismo. Pero a pesar de todo los escultores del momento, que crearon auténticas dinastías y que llegaron a acceder a la Academia, no pasaron de ser considerados como simples artesanos. 1. Los escultores de Versalles y Marly. En el primer cuarto de siglo una de las principales actividades escultores radicó en la decoración de los châteaux de Versalles y de Marly le Roi, tanto en sus estancias como en sus jardines con iconografías clásicas pero aspectos formales barrocos. Así lo hará Coysevox (La Fama montada sobre Pegaso) en ambos lugares, para Versalles trabajará Adam (Triunfo de Neptuno y Anfitrite), si bien serán los sobrinos del primero Nicolás y Guillaume Coustou quienes más trabajen en Marly: del segundo destacan los Chevaux de Marly, de elocuente y expresivo movimiento violento, o su Retrato de su hermano Nicolás; mientras que del primero sobresalen por ejemplo las estatuas de El Sena y el Marne. 2. El retrato escultórico. Junto a la escultura alegórica y mitológica, el retrato escultórico alcanzó como hemos dicho ungran desarrollo y derivó desde lo pomposo al naturalismo y luego la idealización; y como sucedió como en la pintura se deseó retratar a monarcas y poderosos como si fueran dioses grecorromanos, caso de Marie-Adélaide de Savoie como Diana de Coysevox. Los retratos ecuestres de los monarcas pensados para colocarse en público tampoco faltaron, como el de Luis XV de Jean Baptiste Lemoyne (que también retrató a personalidades como en el Retrato de la pintora Vigée Lebrun). A su vez la vía naturalista ya se observa en el mencionado retrato del hermano de Guillaume Coustou, mientras que Bouchardon acusa la transición entre el barroco y el nuevo clasicismo en su busto de Clemente XII. 3. El mecenazgo de Madame de Pompadour: Pigalle y Falconet. Como ya hemos afirmado Pompadour también protegió a escultores como Pigalle o Falconet que asumieron la temática clásica envuelta bien de boato barroco o de dinamismo vitalista rococó, si bien lo cierto es que cada tendencia se adecuó más bien a cada género (barroco en el monumental y funerario, clasicismo naturalista en el retrato o rococó en lo mitológico-alegórico). Pigalle (1712-1785) es considerado como un artista de transición entre lo barroco y los inicios del clasicismo, siendo por tanto menos rococó que Falconet. De amplia formación, en 1744 entra en la Academia gracias a su Mercurio atándose los talares y comienza a recibir encargos reales, entre los cuales algunos sepulcros y monumentos públicos. Más tarde trabajará para Pompadour en obras de corte rococó (Madame de Pompadour como la Amistad, Busto de Madame de Pompadour) y realizo diversos encargos como esculturas de temas infantiles (Niño con una jaula). De él la historiografía ha destacado la calidad de sus retratos (Autorretrato), pues apostó por alcanzar lo verídico en un naturalismo a veces algo idealizado. Falconet (1716-1791) se inspiró en el barroco italiano y francés para acabar derivando en un rococó del que se considera el principal escultor, por lo que no extraña que su obra, de pericia y de amable erotismo, esté en relación con Boucher. Muy conocido en su tiempo, uno de sus éxitos fue la realización de unas obras en terracota que sirvieron como modelos para la manufactura de Sèvres, mientras que también contribuyó a lo teórico en sus Reflexiones sobre la Escultura buscando ennoblecerla. Si de esta forma promovió el neoclasicismo, lo cierto es que su obra acusa varias tendencias siguiendo como hemos establecido cada género: si en sus modelos para porcelanas es rococó, en lo monumental es barroco, caso de su Monumento a Federico el Grande. Ingresa en la Academia gracias a su Milón de Crotona, si bien es La bañista su obra más célebre, de temática clásica pero dinámica y de erotismo rococó. Otras de sus obras a destacar son El Amor pidiendo silencio, La música, Madame Pompadour como Venus o Pigmalión y Galatea, esta última muy famosa en su tiempo y considerada prototipo del nuevo clasicismo. Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 23 6. La escultura española durante la primera mitad del siglo XVIII La escultura española del momento oscila entre el continuar la tradición de la imaginería del XVII y el introducir las novedades italianas y francesas, según los intereses del mecenas de turno: realeza o Iglesia y cofradías; aunque lo cierto es que no faltaron los grandes conjuntos e imagineros como Salzillo que refundirán la tradición del barroco vernáculo y novedades rococós. Existirán varios focos escultóricos de interés: el cortesano asociado a los Borbones, el castellano de los Tomé, los andaluces de Cornejo, Mora o Risueño y sobre todo el murciano de Salzillo. Además es en este momento cuando los retablos alcanzan su apoteosis, especialmente con los Churriguera. Por tanto la escultora española del momento da muestras de dinamismo y de gran complejidad tanto formal como iconográfica, puesta además al servicio de una arquitectura con la que se funde. 1. Los talleres familiares de escultura: Duque Cornejo y los Vergara. Como en Francia, la escultura acusa todavía su carácter gremial, de ahí la importancia de los talleres familiares. En Sevilla el taller de los Roldán sobrevive con Duque Cornejo, con una abundante obra que dejó repartida en muchos lugares: en Granada destaca la Magdalena penitente de su cartuja, en la cartuja de El Paular ejecuta diversas estatuas de santos, pero más relevante son las dos Sillerías de la catedral de Córdoba con un total de 180 relieves desbordantes y dinámicos. En Valencia destaca el taller de los Vergara, que interviene en la nueva fachada de la catedral y cuyo miembro más destacado puede ser Ignacio Vergara, al que se le deben muchas obras entre las que vamos a señalar las sorprendentes esculturas de la portada del Palacio de Dos Aguas: una virgen de la que parten rayos, dos atlantes representando el Turia y el Júcar, animales varios… 2. El preciosismo en la obra de Risueño. Junto a Mora, Risueño es el principal escultor de la escuela granadina. Influido por Pedro de Mena y Alonso Cano, tiende al preciosismo, se alejó de las exageraciones y se acercó a lo rococó con una delicadeza dulzona. A él se le deben el Retablo mayor de la Iglesia de san Ildefonso de esta ciudad, así como esculturas en barro de pequeño tamaño y temática religiosa como una Virgen de Belén, y obras en madera con la técnica del estofado como una Dolorosa que no obstante se atribuye a veces a Mora. 3. La familia de los Churriguera y los retablos. La labor de retablista exige encajar estos complejos conjuntos artísticos en reducidos espacios combinando tareas de escultor, así como de arquitecto o incluso pintor. En este sentido los Churriguera serán unos maestros (así como en las arquitecturas efímeras: Catafalco de María Luisa de Orleans), estableciendo un modelo de retablo recargado con uso de columnas salomónicas casi siempre de orden gigante que influirá además en la concepción de las fachadas. La historiografía ha considerado sus obras como la expresión máxima del barroco más castizo, contra el que los artistas de la segunda mitad del siglo reaccionarían. El prototipo de retablo churrigueresco es creado por José Benito a finales del XVII: caso del Retablo mayor de San Esteban en Salamanca, de tipo hornacina y eucarístico (supervisado por Claudio Coello); aunque también desarrollará el modelo de tipo de altar-baldaquino por ejemplo en el Retablo mayor de la Iglesia de las Calatravas en Madrid (izquierda). En la primera iglesia existen además varios retablos en el crucero de que no se sabe si adjudicarlos a él o a su hermano Joaquín, quien trabajó igualmente por toda Castilla a veces junto Historia del Arte Moderno. El arte del siglo XVIII 24 a su hermano Alberto, este último más dedicado a la arquitectura. 4. Los Tomé y el Transparente de la catedral de Toledo. Activos a caballo entre el siglo XVII y el XVIII, Antonio y su hijo Narciso Tomé realizaron una obra muy significativa en la misma línea escenográfica que los Churriguera. En 1714 acuden a Valladolid para ejecutar el programa iconográfico de la Fachada de la Universidad, con diversas estatuas aludiendo a las ciencias y a la Sabiduría, los monarcas protectores de la institución y un decorado escudo. Por su parte, su gran obra es el Transparente de la catedral de Toledo, un lugar en la girola que pasó a recibir luz desde una claraboya para poder realizar allí el culto al sagrario del altar mayor gracias a una capilla con camarín dispuesta a modo de pequeño retablo de complejo programa iconográfico y de ricos materiales que crean juegos de luces. 5. El programa de estatuas para los jardines del Real Sitio de la Granja de San Ildefonso. Inspirado en los programas de Marly y Versalles, es uno de los principales del reinado de Felipe V y fue realizado por escultores franceses. Comprende tanto temas mitológicos y alegóricos como meramente decorativos, centrados
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